Nos enseñaron a correr, no a confiar
Por qué confiar en el proceso es más importante que buscar resultados rápidos y cómo entrenar con cabeza a largo plazo.
Nos enseñaron a correr desde pequeños. A llegar antes, a no parar, a medirlo todo en resultados visibles. Si no avanzas, parece que retrocedes. El problema es que nadie nos explicó qué hacer cuando el progreso no se nota… aunque esté ocurriendo.
Confiar es lo que queda cuando no hay aplausos, ni marcas personales, ni cambios evidentes en el espejo. Confiar en el proceso, en el cuerpo, en el tiempo. Porque entrenar —y vivir— no va solo de acelerar, sino de saber seguir cuando no hay señales claras de que “vas bien”.
En el entrenamiento de fuerza, la falta de confianza suele aparecer cuando el progreso deja de ser inmediato.
Las cargas no suben cada semana
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Empiezas a tocar botones que no tocaban: más ejercicios, más series, más días. Justo ahí es donde más gente se descarrila, no por falta de esfuerzo, sino por no saber sostener el proceso cuando deja de dar feedback constante.
Respeta la repetición del estímulo. Cambiar de rutina cada pocas semanas no es “optimizar”, es impedir que el cuerpo se adapte.
Mide lo importante: rendimiento en básicos, repeticiones de calidad y consistencia semanal, no sensaciones del día.
Dale tiempo al sistema. El músculo es lento, el tendón aún más y el ego va demasiado rápido. Entrenar bien muchas semanas seguidas sigue siendo la ventaja competitiva menos sexy… y más efectiva.
Con el tiempo he aprendido que los mejores resultados no vienen de apretar más, sino de dejar de dudar cada semana.
De hacer lo que toca, cuando toca, incluso cuando no apetece y no hay señales claras de progreso.
Hoy quiero que te lleves esto: no persigas resultados rápidos, persigue procesos sostenibles. Porque no siempre toca correr: a veces toca confiar, repetir y dejar que el tiempo haga su parte.
Gracias por estar al otro lado, por leer, por entrenar con cabeza y por formar parte de esta comunidad.
Te deseo unas muy buenas fiestas. Seguimos.


